No se trata de molinos,
no se trata de un Quijote,
algo se templa en el alma de los hombres,
una virtud que se eleva por encima
de los títulos y nombres.
Gerardo Alfonso.
Este 9 de octubre la historia abriga más fuerte la inmensidad de un hombre al que aun asesinado no pudieron arrebatarle vida. Desde la Higuera hace 52 años apareció una estrella, un símbolo de resistencia, un ícono de amor a la humanidad.
A pesar de todos los intentos de sepultar su impronta ha renacido por más de medio siglo, su rostro acompaña a los oprimidos y advierte a los opresores que la era, como dice el trovador, está pariendo un corazón, un latir que denuncia la injusticia y enfrenta sin miedo a la mano que amenaza y hostiga.
Regresa cada día a este planeta habitado por hombres y mujeres soles, que inspirados en su luz insisten en hacer mejores caminos donde el bien no solo sea un vocablo y la esperanza sea el mayor desafío a la utopía.
Imposible contemplarle desde la quietud de una foto. Imposible solo encontrarlo en palabras que aludan su trascendencia. Imposible imaginarlo inerte, porque su cabalgar guerrillero recorre los más insospechados senderos para sembrar valor y ternura.
Lo dijo Nicolás Guillén en aquel amargo octubre de 1967 cuando se supo la veracidad de tu ausencia:
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Eres presente y futuro Guevara. Como un santo para muchos, como héroe para mayorías, como obstáculo para los que no perdonan que renazcas cada amanecer.
Yo sabía bien, que ibas a volver,
que ibas a volver de cualquier lugar
porque el dolor no ha matado la utopía
porque el amor es eterno y
la gente que te ama no te olvida
Letra de canción Son los sueños todavía de Gerardo Alfonso.