Buenos y malos hábitos en la alimentación

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Para  mantener una  nutrición normal es necesario consumir todo tipo de alimentos; ya que estos poseen componentes básicos como proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y agua, elementos indispensables para la salud.

En Cuba el elevado consumo de azúcares, carbohidratos y  grasas   forman parte de los hábitos heredados en la alimentación, híbrido de las  diferentes culturas de las que se nutre nuestra descendencia,  en la que la tradicional carne de cerdo, los postres en almíbar y las pastas, por solo citar algunas golosinas de preferencia en la cocina.

Costumbres  que  contribuyen a la obesidad que representa un  riesgo para el padecimiento de otras enfermedades crónicas como  la diabetes Mellitus tipo 2, las cardiovasculares,  las del  sistema óseo  y la Hipertensión.

Como dato positivo en los últimos años se aprecia en la población cubana un aumento en el consumo de vegetales, los que  contienen oligoelementos entre ellos el selenio, sustancia  que es antioxidante y favorece un mejor  estatus cardiovascular y el funcionamiento  de las células, así como combate el envejecimiento.

Los especialistas advierten sobre  el errado  patrón nutricional de ingestión de café después de las comidas que disminuye la absorción  por el intestino de proteínas de alto valor biológico, favorece la osteoporosis e  incrementa la excreción de calcio a nivel renal, daños que comienzan a aparecer en la adultez.

Un mal hábito igualmente es el consumo de leche después de las comidas, pues reduce la asimilación del hierro, mineral del que debe disponerse para la formación de hemoglobina y el transporte de oxígeno.

 Otra práctica negativa de nuestra población es el exceso en la ingestión de agua  durante las comidas porque  ayuda a  la dilución del ácido gástrico, necesario para digerir los alimentos y activar las enzimas que se requieren para la absorción de los lípidos, carbohidratos y las proteínas.

No podemos  olvidar a la hora de alimentarnos que en  la dieta  la calidad y cantidad de  lo que se ingiere son factores determinantes. La incorporación  de nuevas variantes en nuestro modo de comer a partir de los recursos habituales, nos permitirá el tránsito hacia una vida cualitativamente superior y  la transición al deleite cotidiano.

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