Buena cosecha (I) Esther             

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Cuando me paro casi al final de este camino de 365 días y miro hacia atrás distingo mejor y con más alegría a las personas que se armaron del valor y la bondad no para cambiar el mundo, sino para hacerlo mejor.

En la lista de esos seres sobresalen mujeres, jóvenes y niños de San José de las Lajas. A algunos de ellos este oficio me los colocó en el camino en 2016, como un regalo de la vida. A otros los conocía desde antes y a muchos desde siempre. Pero su constancia para avanzar, crear y amar pese a cualquier circunstancia fue como el descubrimiento de sus virtudes en otra dimensión.

Podría contar no pocas de esas historias más, el tiempo no alcanzaría y las hojas en blanco, menos. Así que solamente compartiré unas cuantas, y tómelo como mi deseo de que disfrute de un nuevo año más feliz, y también como una exhortación a ser buenos y justos con los demás.

Esther Díaz Hernández

A Esther la conocí en junio de 2016 en la fábrica de ron San José donde se desempeña como Especialista de Gestión económica. Fui a cubrir un taller que resumía la experiencia comunitaria y social a favor del consumo responsable de alcohol, que había desplegado hasta ese momento un grupo de estudiantes de la Facultad de Estudios Socioculturales de la Universidad Agraria de La Habana Fructuoso Rodríguez.

Se trataba del resultado de una alianza entre la mayor institución educacional del territorio y la planta lajera donde se fabrican los añejos oscuros más exquisitos del mundo. Allí estaba Esther, al frente de la actividad, propiciando el debate y la reflexión sobre las muchas aristas de un asunto que afecta la salud de cientos de personas y la armonía de muchas familias.

Supe que aquel trabajo tan útil y hermoso se derivaba del alcance del proyecto Un tilín mejores, iniciativa creada por ella el 14 de febrero de 2014 y apoyada por el colectivo de la fábrica de ron Havana Club San José.

Tras concluir el Taller le propuse una entrevista a esta mujer de unos 45 años de edad, madre de dos hijos y dotada de una sensibilidad muy especial. Antes de iniciar el diálogo me mostró el nido que un zorzal había construido en una de las macetas que embellecen la instalación.

También me habló de la especie de pacto silencioso de amor que se tejió alrededor del suceso, y la manera en que todos los trabajadores se transformaron en celosos protectores de la familia alada. Aquel singular acontecimiento además de maravillarme fue la primera luz que me ayudó a distinguir la magnitud humana de Esther, antes de conocer otros detalles de su vida.

Después dialogamos durante casi una hora sobre la historia de Un tilín mejores, que, según ella subrayaba, nació simplemente “para hacer el bien a los demás.” Recordó que las primeras acciones que desarrollaron favorecieron a los cinco niños autistas de la Escuela Especial Celia Sánchez de San José de las Lajas.

Me contó acerca de los medios de enseñanza que en la Ronera confeccionaron para ellos y de cómo, en coordinación con el Acuario Nacional de Cuba propiciaron que esos mismos niños recibieran una terapia muy beneficiosa para el desarrollo cognitivo que desde allí se impulsa con los lobos marinos.

El amor que utilizan para elaborar el exquisito Havana Club, me decía, también “alcanzaba para llevar un poco de bienestar a los más necesitados”, a los enfermos, los discapacitados, los huérfanos.

Después volvimos a encontrarnos de mutuo acuerdo en otros lugares adonde llegaba la buena energía de Un tilín mejores. La última vez que nos vimos fue en octubre, en la Sala de Onco hematología del Hospital Docente General Leopoldito Martínez. Allí dejó, como suele hacerlo, una semilla de luz y esperanza en los corazones de 20 mujeres lajeras que padecen cáncer de mama.

Luego supe que dos días después de la muerte de Fidel cumplía su promesa de llevarlas a conocer la Ronera San José, en una excursión que dedicó a todo lo bueno que el líder de la Revolución fecundó en Cuba para el bien de todos.

Así Esther selló el 2016, un año en el que continuó cristalizando el verso de Silvio Rodríguez donde fue más necesario.

 

 

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