Algo anda mal, y es que aún no hemos interiorizado que urge aprender a convivir con el SARS-CoV-2 y a protegernos, si queremos preservar la vida.
Tal aseveración constituye una urgencia, de la cual Ómicron, la variante genética del Coronavirus corrobora que la pandemia no ha llegado a su fin, que la amenaza está latente y ante esta realidad, corresponde ser muy responsables en materia de resguardar la salud.
Se trata de cumplir con rigor las medidas sanitarias orientadas por Salud Pública; resquebrajar la disciplina puede llevarnos directo al retroceso, pues la transmisibilidad de Ómicron supera a Delta, la variante genética del coronavirus que se impuso antes en el mundo.
San José de las Lajas no está exenta de las cifras de contagios que implican un llamado a la sensatez, de ahí que corresponde a la familia, la escuela, los colectivos laborales velar porque impere la disciplina y el rigor ante el virus, se trata de ese combate permanente a favor de la vida.
Y es que la vida nos cambió a todos desde la aparición de la pandemia que ha marcado de la peor manera al mundo, con sus huellas en altos índices de muertes y contagios, lección todavía no muy aprendida: somos vulnerables.
El uso de la mascarilla y el distanciamiento físico impusieron cambios en nuestra actitud, tuvimos que asumir otro modo de saludarnos, pues abrazos y besos quedaron pospuestos o sujetos a otras maneras de expresión.
La efectividad de las vacunas cubanas, el rigor y experiencias ganadas por nuestro sistema de Salud decidieron en la disminución de personas contagiadas, y una vez más, la esperanza corrió ligera para devolver la calma; pero ello no implica el descuido ni que se maree la disciplina.
Expertos internacionales aseguran que el relajamiento de las medidas de contención en muchos países ha incidido en el alto índice de infestación, es por ello que no podemos dejar en manos de la negligencia nuestro proceder.
La responsabilidad individual y colectiva es imprescindible, de ahí que el lavado de las manos, el uso correcto del nasobuco y la distancia entre unos y otros resultan urgencias que no pueden quedar para después.
Aplicar todas las lecciones aprendidas en dos años de enfrentamiento a la pandemia es impostergable, Ómicron deja ver su rapidez y no podemos permitirnos crecer en el índice de contagios por negligencias; nos compete a todos ser altamente responsables y cumplidores de las medidas higiénicas sanitarias establecidas.
Algo anda mal y es la falta de percepción de riesgo en algunos, esa que les hace transgredir y atentar contra su propia vida y la de los demás; reflexionar sobre esta realidad y asumir una actitud madura y responsable es también una urgencia