A FIDEL

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Comandante te imagino joven, alto y elegante. Así eras. Al menos así lo denotan las fotos en la universidad donde te graduaste de Derecho para convertirte en abogado de las causas más justas, para vivir desde entonces en defensa del mundo.

Te recuerdo con ese tabaco que nublaba la Sierra,  tu refugio, tu campamento, uniformado de olivo como para seducir a la naturaleza que te protegía peinando una melena y una barba que marcara tu imagen para siempre invencible, y lo eres aún.

Nadie puede frustrar ninguno de tus sueños. Quisiste conocer de todo un poco, más tu sabiduría no tuvo limites. Tu pueblo te recuerda desafiando huracanes, crisis, amenazas, enfrentando al enemigo más poderoso del mundo que demostró rendirse a tus pies.

Llegaste a ser Comandante de los pobres, de los desposeídos de la tierra, ofreciste cuanto tenías porque compartir es de hombres nobles. Sé que por cada combatiente caído, cada mutilado en el cumplimiento del deber has sentido dolor. Sufriste, mucho sufriste, al perder a uno de tus mejores hijos que supo hacer en Venezuela lo que en Cuba tu forjaste desde aquel enero que iluminó el camino.

Duele ya no tenerte en la tribuna liderando un discurso o en medio de un desfile. Reconforta leer tus últimos escritos, tus reflexiones o tus últimas palabras en la clausura del Congreso del Partido, verdaderas clases magistrales.

Hoy estás más presente que nunca, se te ve en cada hombre o mujer de la tierra pero más se te siente en el corazón de cada cubano. Fidel, fuiste, eres y serás un hombre excepcional que protegerá con su fuerza divina esta pequeña isla. Eres el guía, el ejemplo, el fundador de esta Revolución. Eres nuestro viejo bendito tesoro.

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