Cuba es esa tierra amada que quienes nacimos en ella sentimos un amor especial y digo especial porque no es igual al que profesamos a nuestros hijos, padres, pareja, amigos, familiares, el amor por Cuba es “otra cosa”.
Una conoce desde edad temprana los símbolos patrios y aprende el himno nacional como testamento que nos adjudica cubanía, y después quienes tienen la dicha de subir a un podio y quienes apreciamos esa gloria vibramos de alegría al ver ondear nuestra bandera soberana en lo más alto.
La Guantanamera, esa pieza musical que inmortalizó Joseito Fernández, ha trascendido fronteras y desde distintos idiomas deja esa grata melodía, que es en sí misma, Cuba.
Y Cuba, va muy dentro, a pesar de todo lo que le duele, de la crisis que la hostiga y nos hostiga, sigue siendo amada, tierra de hermosos paisajes, de baile, historia…
Es cuna de hombres y mujeres plenos, que creen en Dios, o adoran a los orishas, que defienden el sistema social o no lo aceptan, que emigran y aún cuando están lejos tras haber acariciado su sueño, no dejan de pensar y querer a la tierra madre.
A este país de todos no basta con jurarle lealtad, es preciso defenderlo desde el bien que nos mejora y mejora cuanto nos rodea, es preciso que cuente con personas obstinadas en el avance desde el conocimiento, la razón y la lógica, solidarias también en el cuarto de tierra que pisan, perseverantes en buscar más allá de la utopía, el modo de aportar para hacer un mejor país.
En tanto nos acercamos al Día de la Cultura Cubana, decido detenerme en quien ha sido inspiración para poetas y cantores, paisajistas, novelistas, escultores, porque a Cuba se ama de manera especial, el amor por Cuba “es otra cosa”.
