La historia abriga en sus páginas a hombres y mujeres que labraron el camino con la virtud, ceñidos a un caudal de entrega sin límites, de amor, de osadía.
Entre muchos, sobresale una guerrera, una mujer que anudó amaneceres y lágrimas para erigirse voluntad y coraje, madre y patria, Mariana Grajales.
Las fotos que de ella conozco muestran un rostro rígido, con la fortaleza en la mirada, no logro imaginarla joven, llega a mi mente desde los años adultos que la supieron una mambisa de ley.
Y es que Mariana trasciende los siglos como símbolo, fue su amor inmenso a Cuba el que definió su condición de Madre de la Patria, fue la admiración cultivada con sacrificio y valor la que la hizo estrella en la manigua
Progenitora de la valerosa estirpe de Los Maceo, acicate en su familia para la lucha por la independencia, mezcla de dureza y ternura, manantial y tempestad, maternal en el cuidado de heridos, sabia como toda madre.
De ella dijo escribió José Martí: ¿Qué, sino la unidad del alma cubana, hecha en la guerra, explica la ternura unánime y respetuosa, y los acentos de indudable emoción y gratitud, con que cuantos tienen pluma y corazón han dado cuenta de la muerte de Mariana Grajales, la madre de nuestros Maceo?”.
La historia abriga en sus páginas a hombres y mujeres que labraron el camino con la virtud, entre muchos está una mujer que es símbolo: Mariana Grajales.