26 de Julio: la acción

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Las acciones del 26 de julio de 1953, resultaron un revés en el orden militar. Sin embargo, a lo largo de su existencia, Fidel calificó de óptimo el plan, y afirmó que después de tantos años de experiencia, si hubiera tenido que emprender otra vez el proyecto no le habría cambiado ni una sola coma.

Sobre aquellos acontecimientos, existen libros de alto valor documental. El historiador Mario Mencía y la periodista Marta Rojas, son autores de textos capitales, con numerosas ediciones. El francés Robert Merle escribió Moncada: el primer combate de Fidel Castro, considerada una pieza valiosísima.

Como es lógico, en Estados Unidos existen publicaciones basadas en testimonios de desertores del movimiento y hasta de sicarios, como aquel Eulalio González que se jactaba de asesinar con sus propias manos a Abel Santamaría, donde se asegura, entre otras tantas cosas, que los prisioneros nunca fueron torturados.

El factor sorpresa era la clave del asalto. Se pensaba tomar la fortaleza sin disparar un solo tiro. Para eso se había realizado un estudio completo del cuartel, de sus accesos, de los edificios colindantes. Iban vestidos de sargentos, como remedando aquella página de 1933, en una revolución que se fue a bolina.

Nada se dejó al azar. Fidel siempre hablaba de la hora de inicio de la operación: 5:15 de la mañana. Era necesario decíahacerlo con alguna luz del día, pero en un horario en que los soldados aún dormían. Y apuntaba que en Santiago de Cuba, al este del país, los albores acontecen más temprano que en el occidente del país.

Como se sabe, el carnaval fue una magnífica cobertura para el traslado de los combatientes hacia la antigua capital oriental. Pero a propósito de las fiestas, el mando militar dispuso una guardia cosaca, no contemplada por supuestoen el plan. Fidel afirmaba que a la luz de la experiencia posterior, lo recomendable hubiera sido ignorarla. Pero al tratar de neutralizarla, el combate se inició en el exterior del Moncada y el factor sorpresa se perdió.
El combate debió de durar unos 20 minutos, a lo sumo media hora. En la conocida entrevista con el intelectual altermundista Ignacio Ramonet, Fidel se extiende en detalles sobre ese momento: la angustia por el fracaso, la dolorosa retirada, la manera en que fue rescatado del escenario del combate, la fugaz idea de tomar el pequeño enclave del Caney para apoyar la acción de Bayamo, y la decisión de seguir la lucha en las montañas.

El ejército tuvo 19 bajas mortales, ninguna de ellas con arma blanca como calumniosamente afirmó el dictador Fulgencio Batista. Los revolucionarios solamente sufrieron cinco en el choque de esa mañana. El resto, exactamente 56, fueron salvajemente asesinados posteriormente.

La clarinada dejó un programa preciso y transparente en La Historia me Absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel. Vinieron luego las duras pruebas de la cárcel, del destierro, de la lucha otra vez. La causa tuvo también sus defecciones, gente arrepentida que perdió la fe. Y como sin su concurso se alcanzó la victoria, no halló otra ruta que unirse al coro imperial.

La Generación del Centenario encendió de nuevo aquel día la llama de fuerte inspiración martiana, de inclaudicable tenacidad mambisa, que ni el permanente acoso enemigo ni el paso constrictor del tiempo logran apagar.

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