Mi comandante me acompaña

0
2

Agosto me invade de cierta nostalgia, es como si la sangre comenzara a atravesar mis arterias con mayor lentitud y es entonces que mi pecho ardiente de cubana, añorara más que nunca tu presencia. Reitero una y otra vez, casi que en silencio: comandante, mi querido Fidel, el de mi infancia cuando llevé la pañoleta roja y azul, el de mis años de mocedad cuando incorporada a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), leía con extremo fervor tus apuntes de dirigente estudiantil y me empeñaba por tener tu empuje y tu ímpetu.

Comienzo a buscar en tus fotografías en miles de momentos que atesora mi instinto y te diviso dirigiéndote a los jóvenes, pues sabías que ellos aglutinaban la inteligencia, el coraje y la creatividad para creer en los sueños y luchar por hacerlos verdaderos.

Una lluvia de quimeras   se desliza sobre mis hombros para   contarte acerca del papel que desempeñan actualmente como continuidad de la obra revolucionaria, teniendo como pedestal tu convicción de que con los jóvenes hay que contar, pues ellos pueden surcar y garantizar el camino expectante.

Veo ante mí como una imagen ilusoria de aquel 11 de setiembre de 2001 cuando la inauguración del Curso Emergente de Maestros Primarios, los Pinos Nuevos que tanto han crecido y han retoñado en la primavera de los libros, para llevar a las aulas los saberes que nos hacen crecer con dignidad y colmados de energía, creyendo y confiando en esta sociedad cada vez más inclusiva.

Mis pupilas involuntariamente dan un giro y consiguen dibujarte en la Plaza de la Revolución retornando con memoria afectiva a 1970, cuando como parte de la campaña económica ofensiva revolucionaria, motivaste al pueblo cubano a cosechar 10 millones de toneladas de azúcar para aumentar sus exportaciones y hacer crecer nuestra   economía.

El propósito fue efectivo, aunque los resultados no los esperados, entonces como excelente profeta hiciste perdurable la frase, “pues convertiremos el revés en victoria”

Y eso fue precisamente lo que aprendimos de ti a crecernos ante cada dificultad, a confiar en nuestros propios arrestos en nuestro arqueo, a defender esta identidad y sentido de pertenencia que cala tan profundo porque tú plantaste esa semilla y la regaste con tu esplendoroso ejemplo

¡Cuánto quisiera verte de nuevo este 13 de agosto junto a Martí con los brazos extendidos señalando el futuro, desde tu lugar!; pero asoma una sonrisa a mis labios, despierto, comprendo que mi añoranza, el dolor por no estar presente no era más que una utopía.

Cómo sentirte omitido, lejano, si naces cada día en el regazo de la infancia, en los prodigios de la ciencia, en los ancianos que son remunerados, en el blanco y en el negro, en cada mujer que respira libertad porque nos educaste para aprendes amarnos.

La tristeza de desvanecer y un profundo suspiro se me escapa para llenar el espacio con tu aliento, con desinterés, con tu amor sin límites.  No existe una tapia que logre ocultar tu imagen, pero sí miles y miles de razones para estar convencidos de que continuas vigente.

Califiquenos

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Nombre