Las drogas: un enemigo silencioso que destruye sueños

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Las drogas representan un flagelo devastador para cualquier sociedad. Este mal no solo destruye la salud de quienes las consumen, sino que arrastra consigo a familias enteras hacia el sufrimiento.

 Quien cae en las garras de la adicción se convierte en víctima de un deterioro generalizado. Su salud física y mental se quiebran.

 Las drogas sustraen la esencia misma del ser humano, transformando a jóvenes llenos de potencial en meras sombras de lo que pudieron haber sido.

Detrás de cada adicto hay una madre que llora, un padre que sufre y unos hijos que no comprenden por qué su familia se desmorona.

Consciente de esta terrible realidad, en Cuba se libra una batalla sin cuartel contra este flagelo, y en aras de proteger a cada ciudadano, se ha desarrollado una estrategia integral que combate las adicciones desde múltiples frentes.

Por un lado, nuestro sistema de salud ofrece atención especializada y gratuita a quienes caen en la adicción, tratándolos no como delincuentes, sino como personas enfermas que requieren asistencia.

Por otro lado, las escuelas y organizaciones comunitarias se dedican a la prevención, educando a niños y jóvenes sobre los mortales riesgos del consumo.

Los medios de comunicación se suman a esta lucha, transmitiendo mensajes educativos que ilustran las consecuencias reales de las drogas y promoviendo de manera masiva actividades deportivas y culturales como alternativas saludables para el desarrollo personal.

Esta batalla se libra en cada consultorio médico, en cada aula escolar, en cada centro laboral y en cada hogar. La vida es una prioridad que no da cabida a las drogas.

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