La Navidad: apuntes al margen de una fecha

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La Navidad resulta una construcción a lo largo de siglos. Parece un puzzle donde concurren tantos colores del planeta, la Numerología, la voluntad de lograr consensos para extender la cristiandad. El 25 de diciembre constituye la resultante de un catauro casi infinito, donde se encuentran la astucia y la experiencia humana para sobrevivir.

En la Sagrada Escritura no aparece consignada fecha alguna. Por lo visto, ninguno de los evangelistas le concedió tanta importancia a semejante dato. Muchísimo tiempo después, en este lado del mundo, se verificaría un hecho bastante revelador: los africanos esclavizados sincretizaron sus dioses con el santoral católico para salvarse de la servicia opresora. En aquella traza antigua, debe de haber ocurrido algo similar.

Sería, en todo caso, un nexo constante en los intersticios de la historia. En la Roma pagana, existía la Fiesta del Sol Invicto, una deidad presumiblemente siria. Era, tal vez, la jornada más alegre de aquella megalópolis que llegó a ser el centro de una parte considerable del mundo conocido.

El 25 de diciembre, cercano al solsticio de invierno, reunía competencias de carros, banquetes, celebraciones, intercambios de regalos. La iglesia primitiva seguramente eligió en el calendario aquel pulso particularmente intenso y repartido para ubicar el nacimiento de Jesús Nazareno.

El emperador Lucio Domicio Aureliano encumbró al Sol Inconquistado como divinidad suprema en el 274 de nuestra era, para el que había dispuesto tres años antes un nuevo templo. Aquella feria gigante obraba en conversiones. El edicto de Constantino El Grande en el año 321 vendría a reconocer un panorama ya consagrado, imposible de revertir.

Algunos apuntes sugieren que un 25 de marzo, muy cerca del equinoccio de primavera, el arcángel Gabriel visitó a la virgen María para anunciarle la concepción del Hijo del Hombre. Y que nueve meses después, ocurrió el alumbramiento, simbólicamente representado por la estrella que adoraron los tres reyes magos. Otros autores consideran que la Anunciación se calculó exactamente en sentido contrario, es decir, que se estableció a partir del célebre jolgorio de diciembre.

Otro tanto sería el año exacto del nacimiento de Jesús. Suele decirse que hubo un error de cuatro años, y que ocurrió después de lo que inicialmente se entendió. De creer que el famoso censo ordenado por el emperador Augusto, se verificó 37 años después de la batalla de Actium (el choque del 2 de septiembre del 31 antes de Cristo, en el golfo de Ambraca en Grecia, que marcó el ocaso de la República), entonces el Cristo vino al mundo en el año seis de nuestra era, y no en el cuatro como usualmente se piensa.

¿Y qué decir del verdadero rostro del Cristo? Hasta la Inteligencia Artificial se ha inscrito en la tarea de reconstruirlo. Existe un debate teológico tremendo, porque se teme que sugerir una imagen atemperada a la narrativa cultural del Medio Oriente pudiera alterar la fe y la identidad de los creyentes.

La iconografía tradicional expone a un Jesús con rasgos europeos, de tez blanca, nariz perfilada, de ojos claros y pelo dorado. Como se sabe, Jesús perteneció a una comunidad cultural de piel morena, de cabello marrón oscuro a negro, de ojos castaños, nada que ver con el retrato impuesto por los patrones occidentales.

El poder hegemónico terminó por insertar a la Navidad en su proyecto de dominación global. La usa a su servicio en los menesteres del mercado y en la guerra simbólica para la colonización cultural. Eso, como es lógico, ha provocado suspicacias, rechazo y reacciones agrias. Pero la fecha conserva un encanto atractivo digno de tener en cuenta.

No resultará tarea fácil precisar el perfil exacto del Jesús histórico. En su famosa canción Jerusalén Año Cero, Silvio Rodríguez apunta que “de mano en mano se pasa la verdad, y en cada mano olvidará algo de cierto, y también se llevará de cada mano su parecer”. Pero el 25 de diciembre salva abrazos, cultiva el reencuentro, regresa aquella idea de Schiller, cantable desde Beethoven: los seres humanos volverán a ser hermanos.

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