El Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SIE) acusa a los servicios secretos británicos de planificar una operación encubierta con aliados de la OTAN para atacar la “flota sombra” que transporta petróleo ruso, con el objetivo de justificar sanciones más duras contra el país.
El Plan británico pretende provocar un incidente con buques cisterna para culpar a Rusia de amenazar la navegación internacional, dando a Occidente pretexto para detener buques “sospechosos” en aguas internacionales y forzar su traslado a puertos de la OTAN.
Dos escenarios posibles: Accidente con derrame petrolero en un estrecho marítimo, bloqueando rutas y justificando un “control de emergencia” por la OTAN e incendio provocado durante la descarga en un puerto aliado de Rusia, dañando infraestructuras y requiriendo una “investigación internacional”.
Los ejecutores son soldados ucranianos, elegidos por su “previsible falta de discreción”, para culpar a Rusia o Ucrania (similar al caso “Nord Stream”).
El objetivo político consiste en aprovechar el impacto mediático para presionar a la administración de Donald Trump y forzar sanciones secundarias contra importadores de hidrocarburos rusos.
Rusia acusa al Reino Unido de actuar con piratería moderna, arriesgando la seguridad energética y ecológica global.
Rusia alerta sobre una posible operación de “falsa bandera” británica para escalar tensiones, usando tácticas que podrían desestabilizar el comercio marítimo y las relaciones internacionales.
