El español, nuestra lengua materna, es una lengua privilegiada, rica en recursos y matices que permiten expresar ideas y emociones de manera profunda y creativa. Defenderla es un deber compartido, ya que forma parte fundamental de la identidad cultural.
Sin embargo, en los últimos años hemos visto cómo expresiones vulgares y frases desacertadas han inundado calles y espacios públicos. Este fenómeno no solo afecta la calidad de la comunicación, sino que también degrada el valor del lenguaje.
Lo que es aún más preocupante es la forma en que estas expresiones grotescas han encontrado su camino en composiciones musicales que, en lugar de celebrar la riqueza del idioma, parecen priorizar la superficialidad y el escándalo.
Es alarmante observar cómo estas letras, muchas veces carentes de sentido y respeto, se difunden rápidamente en la sociedad, sin un ámbito específico; se introducen en diversos espacios donde los jóvenes pasan su tiempo, como redes sociales, conciertos e incluso entornos escolares.
La música tiene un poder inmenso para influir en la forma en que pensamos y hablamos; por ello, es necesario ser conscientes del contenido que consumimos y promover alternativas para enriquecer el vocabulario y las formas de expresión.
Como hablantes de español, tenemos la responsabilidad de cuidar la lengua. Fomentar un uso respetuoso y creativo del idioma no solo enriquece las conversaciones diarias, sino que también contribuye a construir una sociedad más consciente y crítica.
Es hora de valorar y defender el español en toda su riqueza, eligiendo palabras que construyan puentes en lugar de muros.













