Las bases populares con su voz, las únicas capaces de impulsar un cambio revolucionario

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El interés estratégico del país exige liberar las fuerzas productivas, aprovechando el potencial exportador y de desarrollo interno, sin renunciar a la protección de la soberanía; sin embargo, las trabas impuestas por la función ejecutiva lo impiden.

El día en que el arte de gobernar aterrice en las instituciones, escuche más a expertos y menos a operadores ineficientes, avanzaremos.

¿Sabías que muchos inversionistas extranjeros, atraídos por las oportunidades en Cuba, desisten o abandonan el país debido a la burocracia asfixiante y al desastroso manejo económico que vuelve inviables sus negocios?

¿Sabías que la banca cubana, pilar esencial del comercio exterior, debería ser la primera en acompañar estas decisiones, clarificando procesos desde el inicio, pero casi siempre es la última en enterarse?

 ¿Sabías que en nuestras universidades ni siquiera se forman profesionales en los eslabones clave del comercio exterior ni en los sistemas financieros internacionales, lo que obliga a improvisar con altos costos para la economía nacional?

 ¿Sabías que hay normativas jurídicas dispuestas por el propio MINCEX que su implementación no permite avanzar el comercio exterior ni a explorar otras oportunidades en materia contractual que podían aportar a los intereses de la nación? Cuando esto se destrabe otra historia estaremos contando y el país seguirá avanzando.

 En Cuba, los entes estatales suelen asumir un rol contradictorio en la dinámica económica: actúan simultáneamente como jueces y partes. Al ser a la vez reguladores, ejecutores y competidores directos del sector no estatal y de empresas más pequeñas municipales, distorsionan el mercado y frenan el desarrollo.

En lugar de facilitar procesos, imponen trabas; en vez de dinamizar la economía, la obstaculizan. Esta dualidad perjudica al país, limita las oportunidades y, en última instancia, afecta al pueblo, que sufre las consecuencias de un sistema que prioriza el control sobre la eficiencia; y mientras tantos la sombra de la corrupción camina por los pasillos aprovechando oportunidades, generando riquezas para bolsillos personales (aquí es donde las trabas actúan como catalizador de corrupción y entramados elitistas y de nepotismo).

Los Organismos de Administración Central del Estado deben mejorar sus recomendaciones al País y su dirigencia, pero cuando fallen, serán las bases populares con su voz crítica las únicas capaces de impulsar un cambio revolucionario.

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