Fidel: el amigo, el líder, el padre de los cubanos

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En sus más de 30 años como periodista, Andrés Machado Conte, Jefe del Departamento Informativo del Periódico Mayabeque, tuvo la oportunidad de conversar varias veces con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Cada encuentro lo denota como una experiencia enriquecedora, por lo que se considera un periodista dichoso, afortunado.

Próximo al Aniversario 99 del natalicio del líder histórico de la Revolución Cubana, converso sobre el tema con el Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro por la Obra de toda la vida.

Machado, alrededor de cuatro ocasiones tuviste la oportunidad de entrevistar a Fidel, ¿pudieras hablarme sobre esos encuentros con el Comandante en Jefe?

Cada uno de los encuentros con Fidel los recuerdo con mucho cariño. Hablar con él resultaba siempre una historia de vida interesante. Muchas veces coincidí con él en el Instituto de Meteorología, por la alerta de un ciclón. Todos muy atentos por su conocimiento y cultura ciclónica y yo aprovechaba para hablar de historia, porque sé que le apasionaba.

En una ocasión le pregunté por la carta que le envió al Presidente Franklin Delano Roosevelt de los Estados Unidos cuando apenas Fidel era un niño. Me explicó con detalles que se trataba de una clase de inglés y que en la carta él le pedía al entonces presidente diez dólares porque estaban dando los números. En su conversación me mostró la admiración por Roosevelt como estadista y por supuesto, jaraneó con el hecho de que no recibió respuesta, aunque sí un acuse de recibo. Esa carta aún se conserva en la Casa Blanca.

Yo había oído decir que Fidel aparecía en los créditos de una película de Hollywood y me dije- cuando me encuentre con él le voy a preguntar- y así lo hice. Entonces lo tuve frente a mí y le pregunté: “Comandante, es cierto que usted participó como extra en una película de Hollywood”.

Se sujetó el zambrán, se puso las manos en la cabeza y dijo: “Escuchen lo que dice este. La película era otra, sino que le pregunten a todos los que vinieron en el yate Granma”.

Y en otro encuentro me le acerqué para que me hablara de un poema que escribió de joven a una muchacha y me contó que estaba “enamoradito”, ese fue el vocablo que utilizó; pero que el poema no pudo llegar a su destino porque en el colegio un padre jesuita, con sotana y todo, le arrebató el papel.

Le pedí que me lo recitara, que él tenía muy buena memoria y que yo estaba seguro que lo recordaba; entonces me dijo que delante de esos muchachos de la Asociación Hermanos Saíz no, porque ellos sí escribían cosas muy lindas. Esa vez, las agencias cablegráficas del mundo se hicieron eco de la entrevista y el titular decía: “Padre jesuita corta inspiración del joven Fidel Castro”.

De Fidel siempre se habla en presente, ¿Cuáles son las cualidades de él que más admiras?

Admiro su capacidad de congregar, de enamorar a todo un pueblo. Su ética, incluso, con los que fueron siempre sus enemigos. Su poder de conocimiento, de lectura, su valentía, su carisma; pero sobre todo la idea de defender la verdad, cueste lo que cueste y enfrentar a quien fuera por defender esa verdad.

Fidel fue un excelente periodista, incluso, reorientado, ¿cuánto nos falta a los profesionales de la palabra por aprender de él?

Llegar a Fidel es como conquistar un templo. Nos falta ese poder de conocimiento y de lectura que ahorita te mencioné. Aunque el tiempo no nos alcance debemos leer más, investigar, cruzar todas las fuentes posibles.

Pero creo que nos falta ser mucho más crítico con algunas situaciones que en ocasiones se vive y por negligencia y mal trabajo de algunos, no se hacen. Debemos ejercer nuestro criterio y publicarlo en los medios de prensa.

Acompañaste a la caravana que trasladó las cenizas de nuestro Comandante en Jefe hasta el cementerio Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, ¿cómo describes ese momento?

Ha sido el segundo momento más emocionante en mi vida de periodista. El primero fue cuando llegaron los restos del Che y de sus compañeros y luego, la caravana con las cenizas de Fidel. Para mí ha sido muy grato acompañar a estos dos hombres extraordinarios, despedirlos en su paso a la eternidad.

Fue conmovedor ver todo un pueblo llorar la muerte de nuestro comandante, ver a niños, jóvenes, adultos despedir al líder. Muchos con su nombre escrito en la cara. Luego llegar al cementerio Santa Ifigenia donde están el Padre de la Patria, José Martí y otros tantos que nos llenan de orgullo.

Estar en el equipo de prensa que dio cobertura al cortejo fúnebre con las cenizas de Fidel, fue una experiencia sin igual, una experiencia triste porque despedíamos también al amigo, al líder, al padre de todos los cubanos.

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