Manuel García: vindicar al mambí sobre el bandolero

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Febrero 1895 radica las distancias del patriotismo que no se cansa nunca. Era el fin de la tregua. Fue numerosa la comparecencia en aquel amanecer glorioso. En la concurrencia del honor aparece el nombre de Manuel García Ponce. La leyenda del Rey de los Campos de Cuba no es otra cosa que una reducción.

El historiador, escritor y profesor cubano Ercilio Vento Canosa, sabe a ciencia cierta del mito que discurre como un susurro por montes y ciudades, que traza su encanto por los intersticios del tiempo, pero que no se corresponderá nunca con la verdad plena del mambí.

–¿Por qué sigue siendo oscura la muerte de Manuel García? ¿Existen cuantos de luz para esclarecerla?

Bueno, efectivamente, la muerte de Manuel García, como personaje de leyenda en el que se ha convertido, pues también se ha oscurecido por toda una serie de versiones que no necesariamente son exactas. La única que pudiéramos considerar como la más adecuada, la más ajustada a la verdad, es la que está descrita en el periódico La Aurora, en la fecha de su muerte.

Es decir, el 23 de febrero de 1895, él está moviéndose en dirección a donde se va a producir el levantamiento en Matanzas. Y en la carretera entre Ceiba Mocha y Benavides, tiene un incidente con un miembro de la cuadrilla. La versión de un testigo es que ocurre una discusión con un sujeto, a quien le dijo: “Te la voy a chapear”. Lo amenazó de muerte. Y el individuo aprovecha la oportunidad en que están solos y le dispara por la nuca. Es decir, lo mata a traición.

Esta versión es perfectamente verosímil. Yo tuve la oportunidad, en compañía del doctor Manuel Rivero de la Calle, y del antropólogo Héctor Soto, de estudiar los restos de Manuel García. Y me llamó mucho la atención de que se le practicó una autopsia muy extraña, porque en vez de tener la craneotomía completa, total, tiene solamente retirado un fragmento de la parte anterior del cráneo. Es decir, solamente en el frontal.

 

Esto pudo haber sido porque tal vez únicamente se buscó el proyectil. Pero, bueno, en definitiva, Manuel García no era un individuo al que habría que practicarle, quizás, una autopsia como para determinar la causa de su muerte. A todas luces él era, para los españoles, ¿no?, un bandido, no un personaje importante, a pesar de venir habilitado con los grados de coronel. Cuando él desembarca en Cuba, llega con los grados de coronel que le asignaron por dirigir una expedición que pretende unirse al 24 de febrero.

–¿Qué circunstancias impiden la definitiva vindicación de esa personalidad histórica?

Bueno, quizás lo más importante es que a él lo persigue la leyenda. Y la leyenda es la hermana bastarda de la historia. No tiene fechas; tiene personajes. Y esos personajes se visten de toda una serie de ropajes que son ficticios. Y, entonces, esa versión ficticia de su vida, el Robin Hood de los montes cubanos, el Rey de los Campos de Cuba, todos esos elementos, han arrollado al personaje, y le han restado el valor histórico que tenía como mambí.

Porque, mire usted, él era decisivo para el 24 de febrero. Tan decisivo era que, cuando se da la noticia de su muerte, muchos de los que están complotados para alzarse en las cercanías de Matanzas, en Ibarra, donde está el grupo que espera, mucha gente dice: “Todo se ha perdido”. Es que él venía con una tropa muy fuerte.

Otra cosa: cuando a él lo encontraron fallecido, ya le han robado la cartera donde traía la habilitación de coronel del Ejército Libertador. Y además llevaba dinero. Todo eso se lo roban. Bueno, también a él lo acompañaban personas que posiblemente han tenido de forajidos, como podían haber tenido de mambises.

Él desembarcó realmente por Punta Bufadero, en las proximidades de Matanzas. Pero se da esa realidad, digamos, de una vida llena de incidentes. Él recurría para aportar dinero a la Revolución, por ejemplo, rescate de secuestros de personajes. Pero eso Martí no podía aceptarlo.

Entre esos secuestros estaba el caso del hermano de alguien que ayudaba a la causa cubana. Martí le dijo a Juan Gualberto Gómez que rechazara ese dinero, pero eso no implicaba que dejara fuera del proyecto a Manuel García. Por lo que parece, se conocieron en Cayo Hueso.

–¿Cómo valora la trascendencia de un personaje curiosamente inscrito en el catálogo musical de su pueblo?

En realidad, el esfuerzo que se ha hecho en Matanzas por rescatar a Manuel García, quizás no ha tenido todavía la repercusión necesaria. Sí, le dedicaron un famoso danzón. Puede estar, efectivamente inserto dentro del panorama musical cubano, pero no creo que eso contribuya grandemente a la vindicación histórica del personaje.

Aquí en Matanzas, el periodista Reynaldo González Villalonga, con la Unión de Historiadores de Cuba, consiguieron rescatarlo desde ese punto de vista histórico, real, de patriota. Y se logró inhumarlo en ceremonia militar en el cementerio de Ceiba Mocha. Allí está su monumento funerario, en la entrada del camposanto, donde está enterrado definitivamente con el grado de coronel.

Pero ahora usted le pregunta a la población, por ejemplo, en el supuesto caso de que sepan de quién se trata, quién fue Manuel García, y le van a decir sin falta: “El Rey de los Campos de Cuba”. Y va a primar la versión del bandolero sobre la del mambí. Y nosotros estamos trabajando para vindicar al mambí sobre el bandolero. Maquiavelo creía que el fin justificaba los medios. Bueno, no tiene que ser tan así.

Como quiera que sea, había un afán patriótico. Él estuvo trabajando en Cayo Hueso. Cuando sale de Cuba exilado, estuvo como tabaquero. Y su esposa fue profesora de niños. Y tiene que haber escuchado a Martí en algún momento, aunque no consta que haya tenido proximidad con él, una intimidad, ni que Martí le haya dado algún tipo de encomienda.

Pero sí era vital que se incorporara aquí el 24 de febrero. Y eso hubiera cambiado un poco la correlación de fuerzas. Cayeron presos Juan Gualberto Gómez, Antonio López Coloma, su novia Amparo Orbe. Salió para el exilio Pedro Betancourt. Su ausencia, de alguna manera, dio al traste con el levantamiento.

Escritor y profesor cubano Ercilio Vento Canosa
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