Hoy se cumplen 66 años de los sucesos acaecidos el 26 de julio de 1953, en las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo.
Un grupo de jóvenes guiados por Fidel decidió inscribir una nueva página de heroísmo en la Historia.
Aquel acontecimiento demostró la osadía y voluntad de una juventud plena de sueños, resuelta a un camino sin retroceso: la lucha por la libertad.
Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes no lograron sus objetivos cimeros, pero marcaron el rumbo al combate definitivo por la liberación nacional.
Previo al asalto a la segunda mayor fortaleza del país, el cuartel Moncada, los jóvenes, reunidos en la Granjita Siboney, juraron lealtad a la patria, luchar por su libertad al precio que fuera necesario y así lo reflejaron en el manifiesto concebido para esa acción.
Aquellos jóvenes, decidieron no dejar morir a José Martí en el año de su centenario, dispusieron aunar fuerzas para honrar con sacrificio y triunfo, el sueño irrealizado del maestro.
La historia no olvida, están en sus páginas aquellos días de julio de 1953 y duele, duele todavía la mocedad que quedó inerte, duelen los anhelos de aquellos que se hicieron a un ideal al precio de sus vidas por el presente nuestro.
Hablar del 26 de julio, es también hacer un alto y meditar.No se trata de repetir lo que sucedió aquel día, se trata de pensar cada vez más cómo honrar a quienes sacrificaron todo por un sueño, ese que hoy vivimos las generaciones que llegamos después.
Entonces sea el mejor proceder, el tributo diario a quienes protagonizaron la gesta aquella mañana de la Santa Ana.