No es moda el marxismo, como tampoco el leninismo en una era donde el verdadero pensar, el que se ajusta a las necesidades genuinas del género humano, se verifica a contracorriente. Ahora pudiera parecernos casi prehistoria que haya nacido el 22 de abril de 1870, en el siglo XIX, en la lejana provincia rusa de Simbirsk.
Amigos cercanos de Alejo Carpentier lo recuerdan en cansado pero vehemente paso por las calles de París aquel abril de 1980, como despidiéndose de toda la luz del mundo en la tierra de ancestros suyos. Por aquellos viejos muros de la capital francesa debió de estar la morada de tantos y de tantos fantasmas que cobraron vida en sus novelas, y que se hicieron definitivamente de vida en el oficio de narrar de aquel genio.