Aquella mañana de la Santa Ana un grupo de jóvenes cubanos esgrimieron sus mejores armas: la dignidad, entereza, valor e incondicional amor a su Patria para luchar por los ideales de justicia inculcados por José Martí.
Con sus acciones no dejaron morir al Apóstol en el año de su Centenario y patentizaron que para defender nuestros principios y valores les sobraban fuerza, decisión y arrojo.
El asalto a los cuarteles Guillermón Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo aquel memorable 26 de Julio de 1953 constituyó una derrota militar pero demostró que no había otro camino que la lucha armada para derrocar la sangrienta tiranía batistiana y defender los derechos de miles y miles de cubanos tantos años oprimidos por la fuerza de un imperio vil e insaciable.
A 67 años de aquella efeméride, la generación de hoy se coloca en la primera línea de combate para defender el desarrollo económico y las conquistas de nuestro verde caimán.
Jóvenes profesionales de la salud arriesgan sus vidas por atender a pacientes de la Covid-19 y estudiantes universitarios de disímiles especialidades realizan pesquisas diariamente en busca de posibles enfermos del nuevo coronavirus.
Un interminable ejército de jóvenes del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas Revolucionarias están cada día, haya sol o lluvia, en tiendas, bodegas, mercados asegurando el orden y cumplimiento de las medidas sanitarias.
Otros tantos asumen jornadas de trabajo voluntario en la siembra y cosecha de productos agrícolas, mientras el relevo de la ciencia brinda su ingenio, conocimiento y experiencia en la investigación de la pandemia, los efectos de los protocolos de atención a los pacientes, reparación de equipos médicos y la producción de una vacuna contra el letal virus.
A 67 años de la histórica gesta del Moncada, los jóvenes de hoy tampoco dejan morir las ideas del Apóstol y esgrimen, como única arma y guía: la Estrella que ilumina y mata.
