Vergonsozo caprilegio en Venezuela

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rchcmbw@enet.cu

Venezuela vive hoy momentos de zozobra, promovidos por las fuerzas fascistas alentadas directamente por el derrotado candidato opositor Henrique Capriles, incapaz de tolerar una realidad varias veces repetida en su contra, desde que el respeto a los oprimidos, llegó a ese país.

Pero el candidato de la burguesía no encuentra método coherente entre su misión, su discurso torpe y vacio y su desesperación, porque el mandato burgués le pide demasiado lo que el pueblo le niega cada vez que vuelve a las urnas a enfrentar su adversa realidad. Venezuela no es ya más el país de hace 14 años.

La lucha entre diferentes partidos ha de ser entre contrincantes políticos, no entre enemigos, porque entonces, ¿cuál es la democracia que pretenden mostrar al mundo estos hipócritas que solo ven defectos en el contrario?

Se supone que los candidatos aspiran al poder para hacer el bien público. Entonces ¿qué manera de hacerlo es  esa en la que el derrotado arenga a la escoria de sus supuestos seguidores a la violencia, la agresión y el crimen, diciendo que es él, el candidato bueno y democrático? Nada más absurdo e inaceptable.

La gran lección está bien clara: Si Capriles es capaz de hacer tales aberraciones sin acceder a la presidencia ¿Qué le esperaría a los pobres venezolanos si él llegara a ganar?

Todo el que ha seguido el proceso electoral en Venezuela con responsabilidad, sentido común y patriótico, sabe que lo vivido es la crónica de una derrota anunciada, para la cual ya se había previsto un plan agresivo contra una verdad irrefutable.

Hay que tener mucha ignorancia y poca autoestima para salir a la calle diciéndose defensor de la democracia y por el contrario, asesinar trabajadores humildes y jóvenes indefensos, cuyo único delito fue apoyar a quien le dio el tratamiento de seres humanos que nunca antes conocieron.

Solo un acérrimo demagogo puede llamarse defensor de la democracia y, sin embargo, apoyar la agresión a los médicos cubanos que brindan ayuda solidaria a Venezuela, donde la  burguesía representada por Capriles nunca se preocupó por la salud de su pueblo.

El mundo sabe por qué a Capriles le duele tanto la derrota. Sus compromisos con los enemigos de los pueblos lo llevan a la estupidez y la desesperación, porque, como bien se sabe, la desesperación es la salud de los perdidos; nada más real para la sicopatía de este títere.

La historia de abril hace 11 años, se repite hoy, porque el cinismo vuelve a convocar a la ignorancia para agredir,  matar y asaltar a los que no aprobaron al candidato fascista que ni siquiera tenía un proyecto de gobierno.

La historia hoy ratifica la razón al pueblo venezolano al votar en mayoría por el socialismo, pues  a solo 24 horas del resultado electoral, Capriles enseñó su verdadero concepto de democracia derramando la sangre inocente de los venezolanos con un llamado absurdo a la desobediencia, como niño burgués, a quien no le compran el juguete prometido y opta por romper el grupo.

Pero confío en que vencerá la cordura y la  justicia en la patria bolivariana. Pienso que conductas de tal  monstruosidad debieran quedar en lo adelante recogidas por la historia como actitud detestable llamada Caprilegio.

 

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