Usar bien el uniforme escolar, otra de las exigencias de estos tiempos

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Adachely y Yunior son alumnos de noveno grado en una de las secundarias básicas de San José de las Lajas. Ellos tienen una estrecha amistad, son jovencitos aplicados y están  interesados en llegar a la universidad.

Por ello, dedican horas de su tiempo libre al estudio independiente y colectivo. Se suman a los grupos de alumnos que visitan a los profesores en tiempo de repasos, cumplen con la entrega sistemática de los trabajos orientados y participan en los concursos y actividades del centro.

Sin embargo, en sus expedientes, ambos tienen como señalamiento negativo, el mal uso del uniforme escolar.

Adachely siempre lleva la blusa más apretada de lo que realmente debe ser, a la saya le subió el dobladillo a mitad de muslo y lleva en la nariz y en las orejas varios piscis de adorno. Por otro lado, a Yunior le gusta mostrar el calzoncillo con el pantalón bien a la cadera, tanto que parece que se le va a caer. Además, la camisa está siempre abierta a mitad de pecho,  y por si fuera poco, se colocó un piscis en el labio, lleva aretes de colores en las dos orejas y un pulso de cuentas en su mano derecha.

Muchos educadores y vecinos han tratado de convencerlos de que incurren en una indisciplina, pero ellos no consideran importante la llamada de atención porque alegan que eso no les impide lograr buenos resultados en la actividad docente.

Es por tanto indispensable hacerles ver a ellos, como al resto del estudiantado, que existe y tiene vigencia el Reglamento Escolar Aprobado por la Resolución Ministerial Número 88 del año 1998 para Secundaria Básica que norma todo el comportamiento y la disciplina dentro y fuera de la escuela.

Y en su capítulo 3, artículo 16, señala que “… los estudiantes vestirán de completo uniforme, con sus atributos pioneriles, en todas las actividades organizadas por la escuela, sin aditamentos ni otras prendas, siempre con la blusa o camisa por dentro y debidamente abotonadas”.

El uso correcto del uniforme escolar denota respeto por la escuela, por los profesores y el resto de los estudiantes. Entonces, ¿Serán tan disciplinados y aplicados estos dos jóvenes que desafían a los adultos con su conducta?

Educar entraña también el convencimiento en criterios equivocados. Uno de los elementos a esgrimir es que el vestir adecuadamente el uniforme desarrolla la capacidad de ver al compañero más allá de su ropaje. Además, entrena la obediencia.

Su uso adecuado certifica el orden y la elegancia, que tiene que ver con el respeto por el otro y por uno mismo. Trata de empujar al alumno hacia criterios de limpieza y pulcritud. Estas conductas van formando hábitos. Es cierto que se puede ser virtuoso a pesar de la presencia exterior, pero lo mencionado  lleva a un desarrollo más rápido y seguro de muchas cualidades.

El Padre Varela opinó de la juventud “Ellos son la dulce esperanza de la patria, y no hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad”.

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