Regalos a la tercera edad

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abuelidad. foto Maricel Glez Suárez
abuelidad. foto Maricel Glez Suárez

La abuelidad es una palabra suave, hermosa y gratificante que encierra mucho amor. Cuando llegamos a esta etapa de la vida nos sorprende la convicción de habernos multiplicado Es un placer para quien la asume pues en cada descubrimiento aflora un intercambio distinto, pero mejor.

Como ley natural de la vida, la vejez llega con los cambios del cuerpo. Aparecen grietas que paulatinamente se hacen más profundas y la piel se llena de manchas, el cabello se transforma y exige del teñido sistemático y la energía de brazos y piernas se debilita, las horas de labor se acortan por el cansancio.

Sin embargo, nada de esto tiene importancia si somos abuelos. Al contrario, bendecimos la edad porque nos regala esas personitas mágicas que traen juventud y felicidad. Con los nietos, se es menos severo que con los hijos.

Con ellos somos más tolerantes y más abiertos a la modernidad. En ese interactuar de abuelos y nietos va surgiendo un derrotero de grandes expectativas, una conversación sobre sexo, un cambio de actitud ante la vida, un consejo recíproco sobre cómo vivir más y mejor.

Abuelidad, esa palabra que nos parece nueva, resulta genial para
quienes nos sabemos privilegiados por ser abuelos, pues al contrario de viejos, somos más jóvenes de corazón.

 

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