¿Por qué está en peligro la cumbre entre la RPDC y EE.UU?

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Tomado de Granma

Funcionarios de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y de Estados Unidos se encuentran reunidos en la parte norte de la Aldea de la Paz, en la zona fronteriza de Panmunjom, para encontrar las vías de reorganizar la cumbre entre Kim Jong-un y Donald Trump, un encuentro que parecía seguro pero que ahora no hace más que tambalearse.

Se suponía que el encuentro sería un hito en las relaciones entre las dos naciones, pero ahora comitivas de ambas partes intentan retomar el camino del diálogo y concretar la agenda del tan esperado cara a cara previsto para el 12 de junio en Singapur.

El Presidente de Estados Unidos es el protagonista de un estira y encoge respecto a la junta con el dignatario de la RPDC, pues el pasado jueves 24 de mayo, justo el día en que Pyongyang desmantelaba el centro de pruebas nucleares en Punggye-ri, anunció que cancelaba la cita, pero un día más tarde dejó abierta la posibilidad de que la misma se realice en la fecha establecida.

Aunque la volatilidad de los signos de acercamiento entre la RPDC y Estados Unidos fue un elemento que siempre estuvo sobre la mesa, sobre todo tras el último año de declaraciones acusatorias entre los dos mandatarios, muchos se preguntan cómo se tensionaron tan rápido las cosas y por qué peligra la cumbre entre Kim y Trump.

El primer desencuentro se produjo a inicios de mayo cuando un vocero de la Cancillería de la RPDC consideró que Washington estaba «provocando» a Pyongyang al sugerir que las sanciones contra el país no serán retiradas hasta que abandone sus armas nucleares.

En esa ocasión Donald Trump volvió sobre la idea de que las medidas coercitivas fueron la causa del cambio de actitud de la nación asiática, por lo que aseguró que se mantendrían.

La RPDC subrayó que Washington «no debería malinterpretar como debilidad» la voluntad pacifista expresada por Pyongyang, y advirtió que «no sería propicio continuar con su presión y amenazas militares».

Otra punta de lanza contra el buen ambiente que se vivía en la península coreana fueron los ejercicios militares conjuntos realizados por Estados Unidos y Corea del Sur en los que se movilizaron al menos cien aviones incluidos cazas de sigilo F-22 y cazas F-15K y F-16.

Aunque según el Gobierno sudcoreano, el ejecutivo de Kim Jong-un estaba al tanto de que esas maniobras se iban a realizar, la RPDC las consideró como otra provocación dentro del raport que estaban viviendo los vínculos intercoreanos.

A pesar de que los ejemplos anteriores tensionaron los preparativos de la cumbre entre Kim y Trump, fueron unas declaraciones del recién incorporado asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, las que pusieron en peligro real la concreción de la cita.

Bolton, que fue subsecretario de Estado y luego embajador ante la ONU del Gobierno de George W. Bush  y «uno de los que abogó por la guerra del 2003 en Iraq, apoyó el bombardeo a Irán, atacar preventivamente a Corea del Norte e ir a la guerra con Cuba», sugirió que la RPDC seguiría el modelo de desarme nuclear de Libia, donde ocho años después de renunciar a su incipiente programa nuclear, la intervención de la aviación de la OTAN precipitó la caída del Gobierno de Muamar Gadafi.

Kim Kye-gwan, viceministro de Relaciones Exteriores de la RPDC, repudió esas declaraciones y dijo que no se correspondían con la intención de abordar el problema a través del diálogo.  

A las afirmaciones de Bolton, que luego trató de matizar, se sumó el vicepresidente Mike Pence, lo que terminó por desatar el descontento de Pyongyang.

Las respuestas cruzadas luego de las declaraciones de esos altos ejecutivos norteamericanos terminaron en los anuncios de cancelación de la cumbre por parte de la Casa Blanca, aunque luego el magnate presidente se retractara tras un intercambio de mensajes conciliadores y ordenara a sus funcionarios continuar, al menos, con los preparativos de la cumbre.

Los analistas internacionales destacaron la profesionalidad de los diplomáticos norcoreanos y su paciencia con las veleidades de Trump como elementos claves para que no se haya cerrado la puerta del diálogo. La RPDC ratificó su firme compromiso con la cita y que estaba dispuesta a llevarla a cabo cuando Estados Unidos considerara, lo que puso el balón en territorio de Washington y puso a prueba su voluntad real de encontrar una solución política a un conflicto que se remonta a los finales de la II Guerra Mundial.

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