No vivo en una sociedad perfecta, pero…

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No vivo en una sociedad perfecta pero sí perfectible, ávida de mayor consagración, de esmero, de mejoramientos individuales que siempre redundarán en méritos colectivos.

Cubanas y cubanos, soñadores y altruistas, obstinados en nuestras pretensiones, bravos cuando el momento lo implica, solidarios y cordiales y bailadores en mayoría andamos ya por el segundo mes del 2020, un año al decir de los más simpáticos, de muy buena vista, por eso de 20 20.

Convivimos con el bloqueo cada vez más empeñado en dejar señales amargas de su insidia; también con el calor, distintivo de Cuba como un eterno verano, añorado por muchos que en sus tierras no siempre reciben el bautizo del Sol.

Así, en medio de esa realidad, van un cúmulo de logros protagonizados por hombres y mujeres, orfebres de esta sociedad, en la cual derechos y deberes se entrelazan, solo que no siempre los deberes mantiene el mayor brillo.

Brilla también una sociedad cuando es culta, cuando se apropia de valores, cuando cuida cuanto posee, cuando el esmero la distingue desde el hacer de sus habitantes, donde la higiene, el buen gusto y la decencia afianzan los mejores colores.

No vivo en una sociedad perfecta pero si perfectible, en la que todos somos necesarios y la perspectiva de ser mejores no debe ser slogan ni frase manida, sino razón, objetivo, aptitud. Coloreamos la vida con nuestros actos. Avanzaremos en la medida que la virtud nos arrope y la conciencia se fortalezca.

Avanzaremos más, cuando nos ocupemos más por hacer el bien, cuando desestimemos la mediocridad, el dime y direte, cuando no sean factibles los anónimos, cuando cada quien sea capaz y justo en su desempeño, cuando asumamos que decencia es un valor imprescindible, cuando seamos capaces de entender que unidad significa triunfo, austeridad conlleva a ganancia, y control y disciplina a eficiencia.

La cultura del detalle marca la destreza, el buen sentido del hacer con gusto, la idoneidad y el arte para asumir cuanto hagamos. No vivo en una sociedad perfecta, es cierto, pero son válidos todos los intentos y toda la voluntad para hacerla perfectible.

No vivo en una sociedad perfecta es cierto, pero es perfectible en la medida que seamos capaces  de pensar como país; en esa actitud estriba también la conquista de la perfección.

Como dice el trovador No vivo en una sociedad perfecta/ Yo pido que no se le dé ese nombre/ Si alguna cosa me hace sentir esta/ Es porque la hacen mujeres y hombres.

 

 

 

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