Los puntos sobre las íes

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rchcmbw@enet.cu 

El enfrentamiento a las ilegalidades que se desarrolla hoy en San José de las Lajas y en  el resto de Cuba, va suscitando cada día mayor número de opiniones en la población, tanto entre los que desafortunadamente están implicados en algunos de los casos, como los aparentes simples espectadores.

Y es que el mismo término ilegalidad sorprende a muchos, manejado con la misma frecuencia en que ocurre, en una sociedad, en la que se supone esta indisciplina no tenga cabida de manera tan cotidiana como ha ido apareciendo en los últimos tiempos.

Por eso hoy abordar este fenómeno social, al que ya se le va dedicando tiempo y recursos considerables, no es como coser y cantar, ya que ello implica una responsabilidad grande, en cuya falta de cuidado se corre el riesgo de la injusticia, pues no es un tema como para analizar de un tirón y, asunto concluido.

Cuando se habla de ilegalidad es porque alguien reconoce que se ha violado alguna regla, norma o ley, que por lógica, se supone haya sido establecida acorde al sentido común, en beneficio de la sociedad y para su propia protección. De ahí la importancia de que esas reglas, normas o leyes reflejen una realidad, lejos de caprichos personales de ocasión.

Ilegalidad es lo contrario de legalidad, del sentido común, ese que nadie debe perder de vista incluso en las peores circunstancias y comprender que esa simple i antepuesta al término legalidad está señalando, al mismo tiempo, que en algún momento los puntos tienen que volverse a poner sobre las íes para la buena salud del alfabeto de la sociedad.

Echar culpas hoy sería muy fácil, si se sabe que no estamos en un país de ignorantes y cada cual conoce cuáles son las causas que propician la ilegalidad y cuáles las posibles soluciones. De lo que hay que estar claros es de que este mal afecta a todos y detenerlo sería lo más adecuado.

Por eso creo conveniente que tanto los autores de ilegalidades como los que han propiciado su propagación y demorado la impunidad, deben llamarse a la cordura, la comprensión y el orden para hacer que la legalidad recobre el terreno perdido, sin olvidar necesidades ni excluir el buen análisis de las causas y un tratamiento adecuado de las individualidades.

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