La Dermatitis en perros alérgicos o atópica es una dermatitis generalizada, causada por una predisposición genética del perro a desarrollar alergias debido a causas ambientales, como el polen de las flores y con menor frecuencia los hongos ambientales. También puede ser ocasionada por intolerancia alimenticia, por la picadura de algún insecto o los ácaros.
El perro hereda la piel atópica de sus padres. Esta predisposición genética determina la enfermedad en el can desde su nacimiento. Lo habitual es que esta patología dermatológica se desarrolle en el perro entre los tres meses y los seis años, aunque puede aparecer a cualquier edad. También es habitual que los canes con más de diez años tengan menos brotes de la enfermedad y síntomas más leves.
Estos pueden ser picazón exagerada, enrojecimiento de la piel, granos o pústulas, sequedad, oscurecimiento de la zona afectada, endurecimiento.
Este tipo de dolencias normalmente se presentan en el abdomen, la cara, las patas, en las axilas y la ingle. La mayoría de los síntomas se producen debido a que el mismo perro, al tratar desesperadamente calmar el picor, comienza a lamerse provocándose irritaciones de diversa gravedad.
También se ha definido la dermatitis atópica desencadenada por los alimentos. En las personas, las alergias a los alimentos se manifiestan con procesos agudos que empiezan con urticaria y picor en la boca y la garganta, dificultad para tragar y pueden acabar siendo muy graves.
Sin embargo los perros responden de una manera muy distinta, es más crónica y se manifiesta con picor intenso y rascado continuo que acaba alterando la piel, produciendo lo que conocemos como dermatitis de origen alimentario.
Las alergias alimentarias se desarrollan por sensibilización ante determinadas sustancias, normalmente proteínas, presentes en el pienso, aunque también pueden sensibilizarse a carbohidratos. Normalmente se producen después que el perro ha estado tomando un determinado tipo de alimento durante una buena temporada.
Se diferencia de las alergias ambientales porque tienen épocas de mayor incidencia, normalmente coincidiendo con las estaciones de máxima concentración del alérgeno en el ambiente.
Un perro, al igual que una persona, tiene su piel más sana en función de lo que ingiere y respira. Cuando un animal está enfermo se refleja en el color, textura y aspecto de su epidermis. De esta manera, un can que se alimenta con un pienso de calidad y de forma equilibrada tiene una piel (epidermis) y un pelaje sanos y con buen aspecto. Si el perro no ingiere a través de su alimentación todos los nutrientes que su organismo necesita, acorde a su edad, tamaño y grado de actividad física que realiza, su piel lo reflejará.
Los perros con la piel irritada, son especialmente sensibles a la picadura de pulgas, en tal sentido debe mantenerse la casa y la piel de la mascota libre de estos molestos parásitos.
En algunos casos estos alérgenos también se podrán encontrar en el alimento que consume el perro, por lo que es recomendable mantener en una dieta hipoalergénica o hecha en casa, aunque esta última es mucho más difícil de elaborar.
No hay cura para la alergia alimentaria, la enfermedad se maneja, se puede controlar durante la vida del perro, pero no podemos curarla. Los perros con alergia, deben tomar pienso hipoalergénico durante el resto de su vida.
Existe una gran variedad de piensos en el mercado para perros con dermatitis alimentarias. Recomiendo nada de sobras, nada de pan, nada de chucherías, que puedan introducir el alérgeno en el organismo de nuestra mascota, tratamiento veterinario específico para paliar esta patología, alimento específico, rico en ácidos grasos Omega 3 y 6, así como el uso de champús especiales para perros alérgicos que reducen la irritación y calman la piel.
La ingestión de agua también es importante para mantener hidratada la piel del animal. De ello depende que la piel esté flexible y en forma para actuar como capa protectora externa del can.
