Ley Helms Burton: odio y alevosa maldad

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En los últimos meses se habla mucho más en Cuba sobre la Ley Helms Burton. Por supuesto que no es un tema nuevo,   se publicó desde el tres de marzo de 1996 y entró en vigor unos días después cuando el presidente norteamericano de aquel entonces, Bill Clinton firmó y puso en vigor la llamada Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática.

Lo cierto es que ese engendro imperial tiene como único propósito mantener y reforzar el bloqueo estadounidense contra Cuba y violar nuestros derechos.

Ante la activación del título tres de la Ley Helms Burton, desde el dos de mayo del presente año, varios países han confirmado su desacuerdo con esta posición hostil de los Estados Unidos y reafirman su decisión de mantener los convenios suscritos con Cuba.

Nadie, ni siquiera el Señor Clinton que la firmó en 1996, ni el Señor W. Bush de las arrogancias inauditas contra cualquier oscuro rincón del planeta, se aventuraron a chocar con sus propios socios comerciales y caer en eventuales litigios en la Organización Mundial de Comercio.

La Ley plantea además complicaciones legales para el futuro. Pudiera ocurrir que algún día exista la voluntad política de un gobierno de Estados Unidos de mejorar las relaciones con Cuba. Por las implicaciones de este bodrio legal, las negociaciones siempre estarían en manos de particulares, y la decisión final no dependería de la voluntad estatal de Norteamérica.

Desde que trascendió la decisión de la Administración Trump sobre el título tercero de la Helms-Burton, algunos gobiernos expresaron su preocupación, porque en la práctica cualquier pedazo de tierra, instalación o fábrica, pueden ser señaladas por alguien en Estados Unidos como algo de su propiedad.

A partir de ahora, cualquier empresa extranjera que opere en territorio cubano, se arriesga a ser denunciada en tribunales norteamericanos como firma que trafica con propiedad de ciudadanos del país norteño, y ser víctima de un fallo adverso de una ley prepotente y extraterritorial. Eso supone sobre todo un riesgo para compañías de la  Unión Europea y de Canadá, que son los países que más intereses comerciales tienen dentro del archipiélago..

Durante más de seis décadas el pueblo y gobierno cubanos han adoptado varias medidas en el orden político, económico y social para mantener las conquistas de la Revolución, entre ellas, el poder de resistir ante cualquier adversidad y encauzar entre todos un estilo común para los millones de hermanos que vivimos en este segmento heroico del Caribe.

En el orden legal, el pueblo de Cuba se dio desde el mismo 1996 sus herramientas para enfrentar la embestida imperial. Y se aprobó la Ley 80, con la cual se perfilaron desde el Derecho las obligaciones de cada compatriota en la defensa de la soberanía, la independencia y la libertad de su patria. También la Ley de Inversión extranjera y la nueva Carta Magna, establecen principios para revertir cualquier acción del enemigo.

Para el Apóstol, no había “ley más alta que la del trabajo, y la del amor”. El enemigo histórico de la nación vuelve a agredirnos con sus tentáculos plenos de odio y de alevosa maldad. Como escribió el propio Martí hace más de 120 años, “en esta suprema hora, seamos dignos de la obligación que la patria echa sobre nosotros”.

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