Roxana Santana Velázquez, licenciada en Farmacología, prefirió siempre esta profesión. Desde pequeña gustaba inventar medicamentos para sus muñecas, creyéndolas enfermas. Así, juntaba flores de Marpacífico con hojas de Romerillo para crear la fórmula mágica que devolviera la sonrisa a sus juguetes.
Luego la lajerita ingeniosa llegó a la adolescencia y su vocación fue más cierta. En el preuniversitario Raquel Pérez, en San José de las Lajas, integró un círculo de interés creado para incentivar en los jóvenes el interés por esta ciencia. Roxana quedó fascinada. Ahora sus juegos infantiles, sus sueños podían ser reales. Así matriculó a la enseñanza superior en la Universidad de la Habana donde se graduó con Título de Oro
Hoy, madre trabajadora, profesional de la Salud en San José de las Lajas, Roxana es conocedora de la dosis exacta de comprensión para quienes reclaman de sus servicios. Ostenta, además, la patente de la medicina más sabia: la sonrisa que siempre asoma a su rostro, capaz de curar cualquier dolencia.
