La felicidad tiene rostro, y está en la infancia

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La felicidad existe. Habita a nuestro alrededor, aunque en ocasiones no reparemos en ello. La felicidad deja ver su rostro en la alegría de niños y niñas, esos que a diario nos sorprenden con su fantasía y travesuras por ese disfrute pleno de vivir en libertad en la mayor de las Antillas.

Sea este Día Internacional de la Infancia un motivo más para defender los sueños, la alegría, la paz en la que han de vivir aquellos que Martí llamó “la esperanza del mundo” 

A diario descubro detalles que autentican esa maravilla que es la infancia, una realidad que se percibe en Cuba en llanos y montañas, pero otra realidad devuelven las noticias que muestran en diversas partes del mundo la pobreza en que viven millones de infantes, la muerte prematura por causas evitables, el trabajo desde edades tempranas, el impacto de las guerras y los conflictos.

Angustia saber de menores que usan armas, provocan muertes o incurren en el suicidio, entristece saber que suman millones los analfabetos y los que carecen de derechos. 

La diferencia se abre paso, está ahí, al alcance de todos, en esa manera de hacer visible la felicidad. Y es que en este lado de la geografía, en Cuba, en el que varias generaciones nacimos con apellido que no nos corresponde: bloqueo, hemos crecido con el amparo que ha permitido una niñez sana y feliz. 

Así carencias y dilemas devenidos de ese engendro y de una crisis económica a la que no escapamos, no han sido impedimento para la mayor y mejor atención a la infancia, etapa de la vida que en Cuba desde 1959 tiene el total abrigo del Estado. 

Común en cualquier lugar de la isla es la alegría de los reparadores de sueños, esos locos bajitos que inundan cada jornada como imprescindible luz en nuestras vidas. 

Añoranza todavía en diversas partes del mundo contar con la garantía para el desarrollo de la niñez; objetivo incumplido que a diario marca el latir de la noticia con la inseguridad y la extrema pobreza, esas que ensombrecen el planeta. 

Son esas realidades las que estremecen y afianzan esa perspectiva de defender el presente y garantizar el futuro, son esas razones las que nos hacen insistir en un mundo mejor, donde prevalezcan las sonrisas y no la tristeza, donde no habiten las lágrimas y si el canto de niñas y niños.

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