El trompo: tradición y deleite infantil

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El juego es parte fundamental en el desarrollo de los infantes, entonces por qué no enseñarles aquellos que tanto disfrutaron sus padres y abuelos en su niñez.

Uno de esos juegos que la era tecnológica no ha podido desplazar del todo, es el trompo o peonza, una de las actividades infantiles más populares alrededor del mundo y por su puesto en Cuba.

Por etapas las calles y cuadras se llenan de esos conos de madera dura o plástico acabado con una púa, que al lanzarlos, giran y bailan sobre el metal, acción que se convierte en un verdadero arte al ejecutarse diferentes maniobras.

En estos escenarios se pueden encontrar tanto a adultos como infantes dando muestra de su habilidad al lanzar el trompo, recogerlo con una tira o cuerda para que baile en la palma de la mano.

Para los principiantes la máxima ilusión es maniobrar ese juguete como todo un profesional, muchos los coleccionan como un recordatorio de las batallas ganadas o para no olvidar unas buenas vacaciones, como si cada trompo por sí mismo encerrar una historia.

Este juego de origen incierto, pero con conocimiento de su existencia desde el año 4000 a. C., es un mecanismo de socialización para los niños.

Para mantener las tradiciones e identidad, es necesario transmitírselas a los hijos, quizás a ellos lleguen con algunos cambios pero siempre con la misma esencia.

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