El hombre que diseñó la bandera

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Hace exactamente 200 años nació en Matanzas el relevante intelectual y poeta cubano, Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia. Fue precisamente en la misma ciudad donde cuatro décadas más tarde, vino al mundo el poeta de la bandera, Bonifacio Byrne, por los confines cercanos por donde el pabellón ondearía por primera vez en mayo de 1850.

A Narciso López suele atribuírsele la anécdota con tintes de leyenda, sobre aquella mañana en que dos nubes rojas dibujaron un triángulo en la bóveda celeste, con el lucero del alba al centro, y otras dos nubes blancas haciendo de franjas, y perfilando otras tres azules. (Bueno, la nueva trova registra una canción ejemplar sobre figuraciones de nubes en el cielo.)

Sea cierta o no esa página, lo que sí está debidamente documentado es el proceso de concepción de la bandera cubana, a partir del diseño de Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia, desde la presunta inspiración de López.

Otros amigos aparecen unidos en esa obra: Juan Manuel Macías, Cirilo Villaverde (el autor de Cecilia Valdés), José Aniceto Iznaga Borrell (el trinitario que contactaría a Bolívar), y José María Sánchez Iznaga, el sobrino de José Aniceto.

En ese capítulo entrañable, tiene un sitio Emilia Teurbe Tolón, la esposa del matancero. La mujer  posee el mérito extraordinario de coserla a mano, de conferirle acabado y vida al símbolo con el cual se identificarían después millones de compatriotas, y por el cual tantos aún siguen dispuestos a luchar y a morir.

Fue Teurbe Tolón y de la Guardia un hombre de las letras en la centuria decimonónica. Se conocen sus textos, pero la crítica y las antologías no han dado mucha cuenta de ellos.

Es una obra basada a todas luces en la erudición del autor. Se sabe, por ejemplo, que tuvo conocimientos notables de latinidad, de retórica, de ciencias naturales y de filosofía.

Sus biografías destacan su labor como traductor, tanto en Cuba como luego en los Estados Unidos, donde halló refugio por sus ideas contra el colonialismo español. Además de su lengua materna, el diseñador de la bandera cubana dominó los idiomas inglés, francés e italiano.

La condición de miembro de la Sociedad Filarmónica de Matanzas, estaría avalada por sus cualidades de creador. Como dramaturgo legó piezas como Un casorio y Una noticia, que exponen un conocimiento de las reglas de la palabra viva del teatro. Fue el autor del estudio “Curso de literatura” que no llegó a publicar.

Este relevante intelectual cubano fundó periódicos y colaboró con otros, donde se destacó por sus percepciones críticas, tanto en las artes como en el orden social.

Las oscuras intenciones imperiales jamás apagarán la luz de aquellos hombres, como el propio Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia, que llegaron a abrazar la idea del anexionismo para sacudir el oprobioso yugo colonial español.

De la iluminación, de la sensibilidad, de la inspiración, incluso de las frustraciones de aquellos patriotas, fue tomando forma y fuerza el más hermoso proyecto viable: el de la independencia, el de la más exacta soberanía.

Pudiera parecer una paradoja, pero el legado literario de Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia, devino reclamo histórico por el parto de una nación por su propia cuenta  y riesgo.

Y la bandera que nació en un cenáculo anexionista, como decía una y otra vez la profesora Hortensia Pichardo Viñals, fue lavada con sangre, incluso por la del propio Carlos Manuel de Céspedes, quien levantó otra en su grito primigenio del 10 de Octubre de 1868.

Y el nombre de Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia, expone una curiosa vitalidad de 200 años de existencia. Está en la lágrima emocionada de quien conquista la gloria olímpica, en la vibración sonera que remueve las pistas del mundo, en la disposición de salvaguardar lo cubano a cualquier precio.

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