A una mujer de mi barrio

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Con la ligereza de una ardillita, Yiya va de un lugar a otro resolviendo problemas de sus vecinos. A ella todo el mundo leencomienda gestiones porque disfruta sirviendo a los demás y nuncadice que no. La descubre el sol mañanero con la jaba en la mano y el entrecejo fruncido, cual una importante empresaria de su barrio.

Viste con humildad, pero la distingue ese porte y aire de las imprescindibles. Y es cierto, sin Yiya, ya nada pudiera fluir… Queentró el medicamento a la farmacia y a Evelio le hace falta elmeprobamato… Que el pobre de Gallego necesita un cocimiento… Que a lasobrina de María no se le quita el empacho y ella la va a llevar asobar con Tomás… La verdad es que a Yiya no le alcanza el tiempo.

El pelo le cae en la frente, descuidado y rebelde exhibiendo orgullosa las canas sexagenarias. Su nombre es Agueda Piloto y es federada desdeaquellos años, cuando la seleccionaron para liderar el grupo de mujeres, que iba a la recogida de café en las montañas.
Su delgadez se divisa en la distancia como una hormiga con prisa,hace suya esas calles que la reconocen al amanecer por su paso firme yen las pupilas, ese entusiasmo que inspira confianza y seguridad.

Sin embargo, una cualidad sobresale en mi protagonista: tiene la mentepoblada de sueños igual que Penélope y teje ilusiones de mundos mejores. Una aureola de energía y optimismo la envuelve incluso en losmalos momentos.

Ahora ya estoy vieja -– siempre comenta— pero si pudiera, fuera a darle una mano a esa gente pobre de otros países…

Laboró muchos años en la farmacia del Reparto, disciplinada y eficiente como ninguna.
Cederista destacada por su ayuda a los damnificados cuando el paso delos ciclones. Revolucionaria de corazón y con una entereza de mambisa de estos tiempos que la hacen sin serlo, delegada de su vecindario.

Tal vez para algunos sea siempre pero ella es una gran mujer de mi barrio.

 

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